La "era tecnológica" y el peligro del tecnocentrismo

miércoles, 27 de enero de 2010

Las últimas décadas han visto un desarrollo vertiginoso de la tecnología. Ésta se encuentra cada vez más presente en la vida cotidiana de los seres humanos. De ahí que se hable de la llegada de una nueva etapa en el devenir histórico, llamada "era tecnológica".

Qué duda cabe, los beneficios que está trayendo la tecnología son muchos y muy importantes. ¿Quién podría imaginarse las grandes ciudades sin el recurso a la electricidad y a los productos electrónicos? ¿Quién dejaría de lado los notables avances en materia de salud? ¿Quién puede menospreciar lo útil que resulta el computador, y las posibilidades que ofrece Internet?

Pero junto a los beneficios, no se puede negar que están surgiendo problemas nuevos ligados al desarrollo tecnológico, y algunos de ellos con peligros y consecuencias gravemente dañinas para el hombre. Tomando en cuenta esta compleja realidad es que se afirma que la tecnología es esencialmente ambigua. Los productos tecnológicos pueden ser diseñados para bien o para mal, y asimismo pueden ser usados con fines nobles o con objetivos perversos.

Por otro lado, si bien es cierto que "la técnica con sus avances está transformando la faz de la tierra" (1), como se señala en Gaudium et spes, algunos han asumido posiciones extremas, afirmando que la tecnología es el principal y decisivo factor de cambio social y cultural. Esto se aprecia tanto entre quienes exaltan a la tecnología como entre quienes la critican. Es común que se califique a quienes se ubican en estos dos extremos como tecnófilos y tecnófobos. También los han llamado integrados y apocalípticos, siguiendo una terminología que popularizó Umberto Eco en los '60 (2). Ambas posiciones le dan a la tecnología un lugar demasiado protagónico, cayendo en lo que se puede calificar como un tecnocentrismo. En los primeros su entusiasmo por la tecnología los conduce -directa o indirectamente- a un evidente absolutismo tecnológico. Para ellos la tecnología se presenta como la actividad más importante y como la panacea para solucionar todos los males y problemas del ser humano. Pero este vicio también puede atrapar a quienes se aproximan críticamente a la tecnología y a sus efectos, como parece estar sucediendo con no pocos. Y es que, como en los primeros, la perspectiva de los tecnófobos le da a la tecnología un lugar central, otorgándole un rol determinante en la vida del ser humano, esta vez como causa de todos sus males.

Una recta aproximación consistirá pues en dar a la tecnología el lugar que le corresponde, tomando distancia de toda posición inspirada en una perspectiva tecnocéntrica.

Qué es la tecnología y cuál es su lugar

La tecnología es una de las expresiones de la actividad del ser humano referida a la producción de métodos o artefactos. Corresponde a la dimensión de la actividad humana que los griegos llamaban "póiesis", término que podemos traducir como hacer y que se refiere a la producción. Como tal, forma parte de la cultura. Proviene de la aplicación de la razón a determinados medios, en vistas a conseguir de manera eficaz algo útil. Como tal, está subordinada a las dimensiones más esenciales de la actividad humana, en la búsqueda de la verdad y del bien. La actividad productiva se subordina a la ética, que a su vez depende del conocimiento de la verdad. Si la actividad poiética es colocada por encima de las otras dos, pierde su sentido con relación al ser humano. Es entonces cuando aparece el tecnocentrismo, que margina las preguntas por "qué es" y "adónde se dirige" la tecnología, para quedarse en un mero "qué hacer" y, sobre todo, "cómo hacerlo".

Desde esta perspectiva, toda pretensión de atribuir a la tecnología, sin más, la causa de los problemas que han surgido en nuestra época, con relación al desarrollo tecnológico, es reduccionista.

La "mentalidad tecnologista"

Si no es la tecnología el origen de los problemas que han aparecido vinculados al desarrollo tecnológico, ¿qué los ha generado? Hay que buscar sobre todo en un cambio básico de actitudes y de ideas sobre el papel y lugar de la tecnología en la vida de los seres humanos. ¿Qué originó este cambio? Por lo menos está claro que no ha sido generado sólo por el desarrollo tecnológico. En China se inventó la imprenta varios siglos antes que Gutenberg, y ello no influyó de modo importante en su cultura, a diferencia de lo que ocurrió en Europa. Además del desarrollo tecnológico y por encima del mismo se debe señalar una cierta mentalidad que llevaría a una modificación en la manera de entender la tecnología. Las primeras expresiones de esta mentalidad se descubren hacia el siglo XVII. Se debe mencionar de manera especial al renacentista tardío Francis Bacon, con su utopía tecnológica. A partir de entonces irá creciendo esta tendencia que desembocará finalmente en una aproximación muy difundida hoy en día, y que puede llamarse "mentalidad tecnologista".

Esta mentalidad lleva a que todo sea juzgado y valorado de acuerdo a la manera como funciona la tecnología. Con ello las preguntas por la verdad, por el bien y por la belleza aparecen como irrelevantes. Se produce entonces una absolutización de la actividad productiva que conduce a que se pierda el sentido de los fines, a partir de la perversión de los medios. Lo que sucede entonces es que se da a un mismo tiempo la apariencia de una máxima perfección de los medios y una máxima confusión de los fines. En realidad, los fines desaparecen y los medios -ahora tecnológicos- se convierten en los nuevos objetivos. Para quienes asumen esta perspectiva, la gran meta residiría en re-hacer el mundo a la medida de la racionalidad tecnológica. La utopía tecnológica se presenta entonces como el gran horizonte a partir del cual todo se reordena.

La mentalidad tecnologista ha encontrado el caldo de cultivo ideal en el debilitamiento de una perspectiva ética y religiosa, que se viene dando en el mundo actual. En los países del llamado Occidente se suma al proceso de descomposición de las sociedades tradicionalmente cristianas y se convierte en uno de los factores que generan el clima relativista y funcional que ha venido ganando terreno en estos tiempos. Se descubre tanto detrás de la ideología neo-liberal como de los neo-marxistas, y navega cómodamente en las aguas del New Age. Se ha expandido mucho en las sociedades desarrolladas de Occidente y está siendo exportada al resto del planeta.

El homo technologicus

Desde la mentalidad tecnologista, la pregunta por la naturaleza de la persona y de ahí por sus fines últimos, es marginada en favor de una aproximación acorde con la actividad tecnológica. El ser humano se convierte en algo sustituible, como son sustituibles todos los medios tecnológicos. Es claro que la persona puede ser útil de muchas maneras que no ofenden su dignidad. Pero también debe ser claro que no puede ser reducida a un mero "ser-útil". Cuando esto ocurre -y está ocurriendo hoy en día- su "valor" sólo existiría en tanto tiene alguna utilidad con relación a algún proceso, programa u objetivo. Como señala Georges Cottier, este hombre "se concibe a sí mismo y a la sociedad como objetos técnicos. Pierde de vista los fines, porque se anula en la potencia de los medios que se vuelven fines en sí mismos, manifestaciones del propio poderío" (3).

Podría darse entonces lo que denunciaba Romano Guardini acerca de que por este camino se llega al concepto del hombre "no humano" (4), pues es reducido a una simple cosa. Incluso se habla de la "abolición del hombre", como propone C.S. Lewis (5).

Es claro que con todo esto se va perdiendo la dignidad de la persona, al tiempo que se reduce su vida a un simple valor instrumental o funcional para la sociedad o los diferentes intereses en juego -cada cual, el Estado o el mercado, o la tecnología misma, lo definen en función de sus metas y programas-. Se comprende así que se pretenda implementar determinadas soluciones técnicas para resolver diversos problemas que aparecen, pero perdiendo al ser humano en el camino. Esto se vio por ejemplo cuando se eliminó a 3.300 embriones humanos congelados en Inglaterra en 1996. Se descubre también en las iniciativas de legislar en favor del aborto, la eugenesia y la eutanasia. Y es que en una sociedad que rinde culto a la mera utilidad y a la eficacia por la eficacia, el hombre queda desamparado.

0 comentarios: