sábado, 9 de octubre de 2010

 

Los evaluadores utilizan indicadores de proceso para determinar la calidad del proceso y examinar a dónde conduce
éste. Cuando el diseño del proyecto se fundamenta en algún tipo de marco de resultados (véase la Etapa 1), debe existir
con antelación una clara jerarquía de indicadores que permita a los evaluadores formarse una opinión en todos los
niveles (actividad resultados efectos impacto). Para determinar las relaciones causa-efecto en el nivel comunitario
pueden utilizarse también métodos participativos, como los árboles de impactos.
Verificación de datos. La verificación (triangulación) de diferentes conjuntos y fuentes de datos es útil para detectar los
factores que determinan el éxito o el fracaso. Este paso es particularmente importante para los datos cualitativos recopilados
en las entrevistas a partes interesadas, muchos de los cuales pueden ser puntuales y subjetivos. Además, la
triangulación de los datos o documentos de las entrevistas puede revelar las diferencias en los objetivos y las expectativas
de los asociados. Los talleres de información con las partes interesadas constituyen un mecanismo mixto de triangulación-
validación, pero si se celebran hacia el final de la evaluación puede ser demasiado tarde para recopilar más
datos o realizar verificaciones.
Sobre el terreno, una forma adecuada de determinar las discrepancias entre lo que dicen y lo que hacen las personas
(véase el Recuadro 8) es la observación directa, aunque los evaluadores no siempre disponen de tiempo suficiente para
ello.
Recuadro 8 La observación directa como método para verificar resultados
Los habitantes de la ribera y las islas del río Yamuna, en Bangladesh, son muy vulnerables a las inundaciones y
la erosión. Los investigadores que les pidieron su opinión respecto de estos riesgos concluyeron que una parte
importante de los interrogados explicaba estos fenómenos como “voluntad de Dios” y consideraba la oración la
mejor respuesta a los mismos. Además, observaron que las personas eran muy pesimistas y que disponían de
estrategias de gestión del riesgo limitadas.
Por su parte, una antropóloga especializada en esta región, obtuvo una respuesta similar a través de un cuestionario
convencional. Sin embargo, durante las inundaciones de 1998, cuando vivía en las islas, observó que sus
habitantes seguían diferentes estrategias, aplicadas ya por muchas generaciones. Construían para sus animales
plataformas de juncos y tallos de plátano, fijaban las camas debajo de los techos de sus viviendas, cocinaban en
hornos portátiles, se alimentaban de las reservas de la cosecha de invierno, recurrían temporalmente a otras
fuentes de ingresos, y aprovechaban sus amplias redes de familiares.

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